¿Qué nos diferencia de los animales?

Existen varios factores que nos distinguen como humanos de los animales. Uno de ellos es nuestra capacidad de introspección y de participar en la proyección mental. También podemos imaginar diferentes situaciones y pensar abstractamente. Además, hemos desarrollado culturas con regulaciones y códigos éticos. Por último, nuestras funciones cerebrales nos permiten aprender rápidamente y tomar decisiones basadas en algo más que solo los instintos de supervivencia.

Los filósofos, científicos, políticos, académicos y todas las demás personas en la Tierra, en algún momento, han observado el mundo que les rodea y han reflexionado sobre las «Grandes Preguntas». ¿Por qué estamos aquí? ¿Existe una vida después de la muerte? ¿Estamos solos en el universo? Y, por supuesto, la más significativa de todas… ¿Qué nos hace humanos?

Parece ser una pregunta amplia y puede interpretarse de diversas formas. Afortunadamente, con más de 7 mil millones de humanos en el planeta, tenemos suficiente «poder cerebral» para abordar estas profundas preguntas sobre la existencia.

¿Qué nos distingue de los animales? ¿Qué características (físicas, emocionales, filosóficas) nos definen verdaderamente como una especie distinta en este planeta? ¿Existe alguna chispa oculta que nos hace únicos?

Pongamos a prueba nuestras mentes y examinemos esto de cerca.

La última especie humana restante

Cuando hablamos de humanidad, nos referimos a Homo sapiens, el miembro más reciente de una larga línea de especies de homínidos y sin duda la más avanzada. Si bien solo queda una especie de humanos en la Tierra, no siempre fue así. Admitamos que han pasado más de 30,000 años desde que existieron múltiples especies de humanos, pero eso es solo un instante en la escala geológica y evolutiva.

Hace aproximadamente 1,000,000 de años, un grupo de nuestros antepasados decidió abandonar África y migrar a Europa. A lo largo de miles de años, evolucionaron hasta convertirse en neandertales, mientras que la población que permaneció en África se desarrolló como humanos modernos. La evidencia arqueológica muestra que los neandertales estuvieron presentes y activos en Europa hasta aproximadamente hace 30,000 años, pero luego desaparecieron. La causa exacta y las circunstancias de su extinción siguen siendo desconocidas.

Hemos aprendido muchas cosas sobre los neandertales, en particular que eran muy similares a nosotros en todos los aspectos, excepto por la forma de sus cráneos. Las formas de nuestros cráneos son bastante distintas y los investigadores creen que esto afectó el desarrollo cerebral. En otras palabras, nuestro cráneo nos proporcionó una ventaja cognitiva, que pudo haber ayudado en el desarrollo de herramientas, la creación de lenguaje y el pensamiento de nivel superior.

En el duro y cambiante entorno de nuestro planeta en ese momento, estas habilidades eran cruciales para la supervivencia. La nueva forma de nuestro cráneo permitió más espacio en los lóbulos temporales y parietales, que albergan nuestros centros de audición, lenguaje, habla y comprensión espacial. ¡Este impulso cerebral ayudó a los humanos modernos a prosperar y extenderse por todo el planeta como la única especie humana!

Sin embargo, no te vuelvas demasiado confiado, porque en algún momento de la historia, los neandertales y los humanos que finalmente abandonaron África se cruzaron (y se mezclaron). ¡La mayoría de los humanos modernos llevamos entre un 1% y un 4% de genes neandertales!

¿Realmente los humanos difieren de los animales?

Cuando se trata de la especie humana, a menudo nos preguntamos sobre nuestra singularidad. Pero, ¿qué hay de nuestras diferencias en comparación con otros animales? Hemos aprendido mucho sobre nuestra evolución estudiando a los chimpancés, y según nuestro comportamiento, parece que somos drásticamente diferentes de nuestros ancestros que solían trepar árboles. Sin embargo, prepárate para esta revelación: nuestra composición genética es solo un 4% diferente a la de los chimpancés, según un estudio realizado en 2005.

Investigaciones anteriores afirmaban una similitud del 99% entre humanos y chimpancés, pero resulta que compartimos un ancestro común hace aproximadamente 4 a 7 millones de años. Por lo tanto, nuestras diferencias genómicas no son tan significativas como pensábamos, por lo que debe ser algo relacionado con nuestro comportamiento.

Muchas personas argumentan que la agricultura, el lenguaje, el uso de herramientas y otros factores nos hacen diferentes de otras especies. Sin embargo, esta teoría se queda corta porque no somos los únicos con estas habilidades. Varios insectos, aves y roedores pequeños se dedican a alguna forma de agricultura o recolección, los chimpancés utilizan herramientas y las aves se comunican utilizando el lenguaje.

Entonces, si estas explicaciones pueden ser cuestionadas, ¿con qué nos quedamos? Una vez más, volvemos al cerebro y al pensamiento de nivel superior, al igual que lo que nos diferenció de otras especies humanas.

La capacidad intelectual de los humanos

Los investigadores están de acuerdo en que la autoconciencia es la diferencia fundamental entre los humanos y los animales. Poseemos la capacidad de analizarnos a nosotros mismos, viajar mentalmente en el tiempo, imaginar, razonar abstractamente, establecer cultura y entender la moralidad. Estas habilidades de nivel superior nos distinguen de los animales y forman la base de nuestra cultura humana global.

De niños, nuestra capacidad para crear diferentes escenarios mentales aumenta exponencialmente después de los 2 o 3 años. La mayoría de los grandes simios y chimpancés tienen las capacidades mentales de un niño pequeño, pero a medida que seguimos creciendo y explorando el mundo, rápidamente superamos a nuestros parientes primates. Crecer en una cultura que fomenta y estimula habilidades cognitivas avanzadas es esencial para este desarrollo, a diferencia de ser criados en un entorno más primitivo o sin estructura, como si fuéramos criados por lobos.

Poseemos la capacidad de aprender rápidamente, un rasgo compartido por otras especies, pero nuestras habilidades superan con creces las de cualquier otra criatura. Podemos crear narrativas elaboradas, considerar las consecuencias de numerosos escenarios al tomar decisiones y analizar nuestras situaciones lo suficientemente bien como para basarnos en experiencias pasadas y evitar repetir errores. Nuestras acciones no son impulsadas únicamente por deseos básicos de comida, refugio y supervivencia. Tenemos en cuenta principios morales y reglas sociales antes de actuar, lo que realmente nos diferencia de los animales.

Por lo tanto, aunque podamos parecer diferentes, nuestra superioridad sobre los animales de la tierra, el mar y el cielo se debe principalmente a la forma en que funciona nuestro cerebro en este mundo intrincado y complejo.

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