¿Qué ocurre cuando se vierte sal sobre una babosa o caracol?

La muerte retorcida observada cuando se vierte sal sobre babosas y caracoles se puede atribuir al proceso de ósmosis. Su rápida pérdida de agua lleva a su muerte.

La temporada de lluvias trae consigo brisas frías, una capa de nubes grises y numerosos visitantes indeseables. Me refiero a las plagas de monzón, principalmente babosas y caracoles. Ellos son la peor pesadilla de cada jardinero, arrastrándose alrededor de los cultivos, devorando hojas y raíces a medida que avanzan. A pesar de ser pequeñas criaturas, su apetito insaciable les permite consumir varias veces su propio peso corporal todos los días.

Hojas dañadas por babosas (Crédito de la foto: Masianya/Shutterstock)

Babosas y Caracoles

¿Es este un caso de ‘tomate’ ‘tomáto’ o hay una distinción entre babosas y caracoles? Tanto las babosas como los caracoles pertenecen al filo Mollusca y a la clase Gastropoda. El nombre de la clase se deriva de las palabras griegas gastros y podos, que significan estómago y pie, respectivamente. Este nombre proporciona la explicación más simple de su estructura biológica. Sus cuerpos viscosos y blandos son básicamente un gran estómago en un solo pie. Se mueven deslizándose sobre este «pie» muscular. Este músculo produce continuamente moco que ayuda en su movimiento. Cuando se seca, deja atrás una estela de babas plateadas que indica la presencia reciente de cualquier plaga. El moco evita que sus células pierdan humedad hacia el suelo seco que les rodea. También los protege de ser cortados por objetos afilados o puntiagudos en el suelo. La única diferencia entre estas dos criaturas es el hecho de que ¡las babosas no tienen hogar!

Caracoles sin hogar: Babosas

A diferencia de sus parientes caracoles, las babosas carecen de una concha en espiral o de una «casa» en su espalda. Esta ausencia de concha les ofrece a las babosas la ventaja de poder adaptarse a espacios estrechos. Sin embargo, también los hace más susceptibles a su entorno.

¿Qué causa que la sal sea mortal?

En el mundo de la jardinería, la sal actúa como un arma poderosa contra los gasterópodos, como los caracoles y las babosas, evitando que causen daño a las plantas. Estos rastreros resbaladizos tienen una estructura única en el pie que está compuesta por células. Estas células se pueden visualizar como pequeñas bolsas llenas de orgánulos, suspendidas en un ambiente acuoso y rodeadas por una membrana celular. La membrana celular es un tipo especial de membrana llamada bicapa fosfolipídica, que es semipermeable. Esto significa que permite el paso de ciertas moléculas mientras bloquea otras. Las moléculas más pequeñas pueden pasar fácilmente a través de la membrana, mientras que las más grandes no pueden cruzarla. La presencia de esta membrana semipermeable también permite que ocurra la ósmosis. La ósmosis es un proceso en el que las moléculas del solvente se mueven desde un área de menor concentración hacia un área de mayor concentración a través de una membrana semipermeable. La diferencia de concentración a ambos lados de la membrana causa la acumulación de presión osmótica, que es responsable del movimiento de las moléculas del solvente.

Las células animales contienen más que solo agua; también contienen iones como Na+ y Cl-, que se combinan para formar sal. Cuando se espolvorea sal sobre las células animales, esta se une a la humedad de su piel, creando una solución de NaCl altamente concentrada y causando presión osmótica. Una solución con alta concentración de sal se llama solución hipertónica. Cuando las células animales están rodeadas por una solución hipertónica, tienden a encogerse debido a la pérdida de agua. El agua sale de las células para diluir la solución salina exterior. El movimiento del agua se detiene cuando la concentración de sal en ambos lados de la membrana es igual. Así es como los caracoles y las babosas acuáticas sobreviven en agua salada; tienen la misma cantidad de sal dentro de sus células que el agua que las rodea.

Ahora, volvamos a las criaturas terrestres. Cuando pierden agua, producen una secreción viscosa para evitar que su piel se seque. A medida que la criatura se encoge, se expulsa aire de su cuerpo, lo que causa burbujas. Si hay demasiada sal, la criatura viscosa puede morir fácilmente por deshidratación, lo cual es extremadamente doloroso.

Cuando el aire intenta escapar de la piel, provoca que el moco burbujee (Crédito de la foto: Rita Piermiakova/Shutterstock)

La piel protectora

El cuerpo humano está compuesto aproximadamente por un 55-60% de agua. Si perdieras la mitad de esa agua en poco tiempo, sería bastante alarmante. Sin embargo, a diferencia de los caracoles y las babosas, los humanos tienen una capa de piel altamente avanzada que actúa como una armadura natural. Esta capa externa, conocida como epidermis, ayuda a mantener la presión osmótica y evita la pérdida excesiva de agua y calor. Desafortunadamente, los caracoles y las babosas no tienen esta ventaja. Si alguna vez te has echado sal en una herida abierta, tienes experiencia directa del sufrimiento que soportan estas criaturas. De hecho, aquí es donde se originó el dicho «echar sal en la herida».

Los efectos de la sal

A medida que los organismos evolucionaron, su piel también experimentó avances biológicos. Gracias a nuestra piel, podemos manejar la sal sin problemas. Sin embargo, lo mismo no se puede decir de los gasterópodos como los caracoles y las babosas en lo que respecta a la ósmosis. Si bien los jardineros pueden querer proteger sus plantas de estas plagas, usar sal no es la solución más humanitaria. Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Recursos Naturales y Ciencias de la Vida de Viena y publicado en BMC Ecology sugiere que las lombrices de tierra son una solución más preferible para este problema.

Lombrices de tierra: El mejor amigo del jardinero

Cuando se trata de la jardinería, las lombrices de tierra son realmente invaluables. No solo mejoran la fertilidad del suelo, sino que también brindan una defensa natural contra el daño de las babosas. De hecho, estudios han demostrado que las lombrices de tierra pueden reducir el daño causado por las babosas en un sorprendente 60%. Esto se debe al aumento del 18% en los niveles de nitrógeno en el suelo, lo cual ayuda a que las plantas fortalezcan sus defensas naturales. En consecuencia, caracoles y babosas se ven obligados a migrar a entornos más favorables, dejando el jardín en paz.

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